viernes, 25 de diciembre de 2015

Retazo Regio.

   Marchaba la comitiva del emperador don Carlos I por tierras de Aragón con su inmenso séquito. Se cuidarían muy mucho los salteadores que tanto abundaban de acercarse en una legua a la redonda, so pena de recibir severo apaleamiento.
   Recabaron el rey, nuestro señor, y compaña en villa notable a quince leguas de Zaragoza. Al ser agosto acondicionaron aposento adecuado para apaciguar las calores en palacio de noble señor como requería tan regia persona.
   Estando don Carlos dispuesto a yantar en mesa ricamente preparada todo con el debido protocolo, escuchó una observación por parte del noble anfitrión, natural de Calatayud:
   —Cerrad la boca, majestad, que las moscas de este reino son traviesas, y no entienden de linajes; se os adentrarán en vuestro real gaznate…
   Don Carlos quedó quieto como estatua al escuchar semejante aviso, mirando al atrevido interlocutor con destellos de ira y rencor. Milagrosamente, la cosa no pasó de ese gesto.
   —Habéis tenido suerte, noble señor, díjole en un aparte el principal ayudante del rey, que el emperador no haya entendido bien lo que vos habéis espetado. Por menos motivo, han visto mis ojos recetar dos docenas de latigazos y una buena temporada en fría mazmorra sujeto con grillos.
   El tal noble aragonés, no se percató del problema bucal que aquejaba al soberano: prognatismo, esto es, mandíbulas salientes que impiden cerrar la boca. La verdad es que don Carlos I, debido a esa afección, andaba con la boca abierta y babeando todo el rato, causando lo impresión de que era tonto.
   El monarca, pese a los favorecedores retratos que le hicieron famosos artistas, no era ningún adonis.  “Era enclenque y abúlico. Tenía dificultad par expresarse no consiguiendo hablar flamenco hasta los trece años. El castellano no lo hablará bien nunca; la “Z” y la “C”, no las dirá bien jamás. De haber sido sometido a una revisión psicométrica hubiera sido desechado por inútil, por corto de entendederas, por inepto para los idiomas, por negado para las matemáticas; Y además, por sus ataques epilépticos. Menos mal que era de buena casa y encontrarán los suyos manera de disimularlo”. Esto es dicho por el eminente médico Jerónimo de Moragas.
   Siempre prefirió la caza y el galanteo a los estudios; además, desde joven muy aficionado a la buena mesa.
   Los historiadores, las más de las veces, tienden a presentar las cosas algo distintas a la realidad. No se sabe con qué pretensión.

Vicente Galdeano.




4 comentarios:

  1. caray que chulo lo que escribes primo

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  2. Interesante descubrir la relación del prognatismo con los Austrias. Deseando que escribas algo de los Borbón. ;) (Jaime)

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