Escribió aquella
palabra en el cuaderno: Jauja. “Ciudadanos del mundo: España es Jauja, acudir
sin demora al país más humanitario y más solidario que hay. Acérquense a este
reino donde se les subvencionará, se les alimentará y podrán vagar a sus anchas
por sus ciudades y campos. Podrán comprobar, en tierras de don Quijote, la
gentileza de sus gentes, que les permitirán a ustedes traer sus costumbres y
sus religiones, en los comedores sociales, les servirán con arreglo a sus usos;
si es necesario, para no herir susceptibilidades, los españoles quitarán
tradiciones tan arraigadas como la Navidad, Semana Santa y otras zarandajas que
no sirven de nada. Hagan el favor de venir; podrán comprobar que en lo que
promete la llamada, me quedo corto. Vengan y lo verán: Les esperamos; no serán
ustedes defraudados”
La escribidora era
María. Estaba convencida, así se lo habían enseñado, que la solidaridad empieza
por uno mismo; no hay que dar peces, hay que enseñar a pescar. Pero claro, eso
no es políticamente correcto. Hay que ser solidario, humanitario y muy
tolerante con otras culturas.
Ella no entiende
que la solidaridad consista en dejar entrar aquí a todo dios sin ningún control
sanitario (están brotando cepas de enfermedades que ya estaban erradicadas,
incluida la lepra). Gentes que en sus
países eran algo; con sus costumbres, su colorida indumentaria, sus fiestas,
sus ganados. Viniendo sin nada, sólo engañados, cuando no con intencionalidad y
vicio, se meten veinte por habitación a dormir a relevo, creando conflictos con
la vecindad; a eso no se le ve ninguna ventaja, eso no es solidaridad, eso es
hacinamiento.
Tampoco ve claro la
permisividad que se les da a las mafias del Este; pandillas de ladrones
dedicados a saquear comarcas que ellos saben desprotegidas. Son buenos
conocedores de las leyes españolas permisivas con ellos.
María no está de
acuerdo con todo esto. Ella en su trabajo, cada vez se le exige más cobrando
cada vez menos, “si no le interesa, tenemos quince esperando”.
Eso sí, todos
logros que se habían conseguido en protección al trabajador, ve como se van
desmoronando en connivencia con los sindicalistas. El comedor escolar de sus
hijos, cada vez más caro; mientras contempla que otros niños comen gratis y
viajan también gratis en bus.
María escribió todo
esto en su cuaderno como una especie de desahogo, para plasmar una opinión
sobre la estupidez de la casta que nos desgobierna desde hace años ya; aparte
de robar a manos llenas, nos meten en chandríos y no se les exige ninguna
responsabilidad. En base a la presunción de inocencia, se forran, se van de
rositas, pasa el tiempo, prescriben sus delitos, y un chanchullo tapa otro. Lo
escribe en su cuaderno porque si lo habla
según con quien, menos de bonita la tachan de todo.
Vicente Galdeano Lobera