miércoles, 30 de noviembre de 2022

Jauja

 

   Escribió aquella palabra en el cuaderno: Jauja. “Ciudadanos del mundo: España es Jauja, acudir sin demora al país más humanitario y más solidario que hay. Acérquense a este reino donde se les subvencionará, se les alimentará y podrán vagar a sus anchas por sus ciudades y campos. Podrán comprobar, en tierras de don Quijote, la gentileza de sus gentes, que les permitirán a ustedes traer sus costumbres y sus religiones, en los comedores sociales, les servirán con arreglo a sus usos; si es necesario, para no herir susceptibilidades, los españoles quitarán tradiciones tan arraigadas como la Navidad, Semana Santa y otras zarandajas que no sirven de nada. Hagan el favor de venir; podrán comprobar que en lo que promete la llamada, me quedo corto. Vengan y lo verán: Les esperamos; no serán ustedes defraudados”

   La escribidora era María. Estaba convencida, así se lo habían enseñado, que la solidaridad empieza por uno mismo; no hay que dar peces, hay que enseñar a pescar. Pero claro, eso no es políticamente correcto. Hay que ser solidario, humanitario y muy tolerante con otras culturas.

   Ella no entiende que la solidaridad consista en dejar entrar aquí a todo dios sin ningún control sanitario (están brotando cepas de enfermedades que ya estaban erradicadas, incluida la lepra). Gentes que  en sus países eran algo; con sus costumbres, su colorida indumentaria, sus fiestas, sus ganados. Viniendo sin nada, sólo engañados, cuando no con intencionalidad y vicio, se meten veinte por habitación a dormir a relevo, creando conflictos con la vecindad; a eso no se le ve ninguna ventaja, eso no es solidaridad, eso es hacinamiento.

   Tampoco ve claro la permisividad que se les da a las mafias del Este; pandillas de ladrones dedicados a saquear comarcas que ellos saben desprotegidas. Son buenos conocedores de las leyes españolas permisivas con ellos.

   María no está de acuerdo con todo esto. Ella en su trabajo, cada vez se le exige más cobrando cada vez menos, “si no le interesa, tenemos quince esperando”.

   Eso sí, todos logros que se habían conseguido en protección al trabajador, ve como se van desmoronando en connivencia con los sindicalistas. El comedor escolar de sus hijos, cada vez más caro; mientras contempla que otros niños comen gratis y viajan también gratis en bus.

   María escribió todo esto en su cuaderno como una especie de desahogo, para plasmar una opinión sobre la estupidez de la casta que nos desgobierna desde hace años ya; aparte de robar a manos llenas, nos meten en chandríos y no se les exige ninguna responsabilidad. En base a la presunción de inocencia, se forran, se van de rositas, pasa el tiempo, prescriben sus delitos, y un chanchullo tapa otro. Lo escribe en su cuaderno porque si lo habla  según con quien, menos de bonita la tachan de todo.

 

Vicente Galdeano Lobera