martes, 26 de marzo de 2019

Mala puntería




“Mata un recuerdo malo, te sentirás mejor”, -te dijeron. “Vale, pensaste, pero es que tengo muchos; necesitaré una carabina de repetición y abundantes cartuchos…” “Bueno, pues mata cada día uno, o cada semana, cada mes, o cada año; sin tardar me lo agradecerás”.
Tu bagaje memorial se divide, lo se bien, en unos recuerdos malos y en otros peores; a su vez subdivididos en sucedidos ridículos, bochornosos, vulgares, estúpidos… Por supuesto alguno bueno tienes, y esos por nada del mundo los matarías.
Ya desde pequeñín se forjó tu carácter en la creencia de que estorbabas siempre. Los bufidos, gritos y golpes de tus hermanos mayores te lo inculcaron. Quieres olvidar, y no puedes, las veces, siendo adolescente, que los tuyos te humillaron dejándote mal delante de otros. Tú fuiste culpable, no deberías haber soportado eso.
Avanzando en la vida sin apenas instrucción, el recuerdo del trabajo en familia fue peor aún. Después del servicio militar, de nefasta memoria también, te ocupaste en la empresa privada. Fue un alivio, te reconocieron como buen profesional y como persona; pero surgió pronto enfrentamiento y envidias entre empleados. Te repetías, “soy persona con muchas sombras”; siempre te infravaloraste, aparte de pensar matarte, tu actitud fue siempre la de pedir perdón por haber nacido. Hubo quien se aprovechó de ti, te mostraste acoquinado y cargaste con lo de otro. El resquemor te dura desde entonces y no se va.
“Pero, bueno ¡¿vas a matar algún recuerdo, o qué!? A mí no me engañas, te conozco bien, soy tu conciencia”.
Te decides por el del resquemor; apuntas bien, disparas; disparas otra vez, y otra, y otra… no hay manera. Siempre sale ileso.


Vicente Galdeano Lobera.
.