Desde que le cayó
la lotería, Acisclo Carramiñana se envaneció de tal manera, que después de
pensarlo mucho, llegó a la conclusión de que ser millonario equivalía a una
licenciatura; o más.
De natural
esmirriado y color cetrino, estaba dotado de abundantes imperfecciones. En su
opulencia, se había procurado cuantiosa indumentaria: vaqueros, bermudas, camisetas,
ropa y calzado deportivo…, incluidos gorritos para tapar su calva; todo de
primerísima marca, pero al no reflejar suficiente refinamiento y estar falto de
aseo, ofrecía una estampa muy parecida a un
menesteroso.
Pero era rico; y
todos le adulaban; banqueros, empresarios y la flor y nata de personas
influyentes, incluidas mujeres guapas, reclamaban la presencia de don Acisclo.
Encumbrado, el tratamiento de don sonaba en sus oídos como música celestial.
“Cuando me distinguen así, será que lo merezco”.
Decidió zanjar
este asunto convocando a sus allegados en la peña recreativa.
—Buenas tardes,
señores –dijo don Acisclo muy serio al entrar.
A los amigos les
extrañó la actitud severa de Acisclo; exclamó uno “Dichosos los ojos que te ven
¿Qué pasa, Acisclo?, estás muy serio,
tendrías que estar más contento que unas castañuelas”.
Don Acisclo
comenzó a tocarse el mentón mal afeitado y a mirar al techo; ademán que no
presagiaba nada bueno.
—Miren ustedes
–contestó-, vamos a dejar las cosas claras… ¡Veo que no se han enterado de que
están hablando con un superior!
Sorpresa se
llevaron, no entendían nada.
—Por tanto, de
ahora en adelante, cuando se dirijan a mi, será siempre con el debido respeto,
osease: don Acisclo, señor Carramiñana o, como mínimo, señor Acisclo; de ahí
para abajo, nada ¿Queda claro?
—Pero, Acisclo
–dijo uno con peor traza que él, un poco bizco y con nariz ganchuda.
— ¡Don Acisclo!
–le atajó sin contemplaciones.
—Bien, don Acisclo, pero si eres nuestro
compinche de correrías de siempre…
— ¡Tráteme de
usted! ¡A ver si aprenden, hombre, que son todos unos catetos!
—Pero, bueno,
señor Acisclo, y nosotros, ¿qué ganamos con aplicarle a usted el tratamiento?
–dijo otro que no estaba convencido del todo.
—Pues, de momento,
siempre y cuando sigan ustedes mis instrucciones, tendrán cuando estén conmigo,
barra libre de torreznos, vino y carajillos; ...incluso ensaimadas.
Los concurrentes,
paralizados tenían los ojos abiertos como platos y eran todo orejas. Ni
respiraban.
—Eso sin contar
–añadió don Acisclo- que la próxima semana nos iremos cinco días a la ciudad;
he contratado un hotel a mesa puesta para todos nosotros. Quien quiera, podrá
llevar compañía.
Los adláteres de
don Acisclo sorprendidos, comprendieron pronto que les costaba muy poco
bailarle el agua y que tenían bastante a ganar; comenzaron los vivas y los
hurras al señor Acisclo y lo celebraron con abundantes libaciones sólo
comparables a las viandas que deglutieron. Merche, la limpiadora, también se
unió a la fiesta y preguntó al señor Acisclo si podría acompañarles en el viaje
a la ciudad; “claro que sí, Merche, usted ejercerá de jefa de protocolo y,
además, mantendrá a raya a esta sarta de vándalos”.
A la semana
siguiente, emprendieron el viaje don Acisclo en su flamante “Mercedes”
acompañado de Merche y, en rigurosa formación, tres coches más con la comparsa
de adjuntos, todos contentísimos. Lástima que al poco toparon con un control de
la Guardia Civil; los guardias, al ver semejante tropa, les marearon buen rato,
sobre todo no les cuadraba el magnífico automóvil con el semblante de Acisclo.
“Oigan, que este coche es mío, y voy donde me da la gana", argumentó. “Bien, lo
comprobaremos; documentación”.
Acisclo, de continuo, sufrió tropiezos
parecidos; cansado guardó el Mercedes y compró un discreto utilitario acorde a
su fisonomía. Comprobó que no basta ser rico; además hay que parecerlo.
Vicente Galdeano Lobera.
Como autor, aviso de que esta plana cierra el ciclo de las aventuras de don Acisclo Carramiñana. Al menos de momento. Las planas anteriores son: CAMBIO DE CHAQUETA, ESCASEZ DE PÄTINA y DON ACISCLO ENCUMBRADO la última.
ResponderEliminarBien cerrado a mi parecer, Don Acisclo aterriza sin demasiado perjuicio. La descripción y el relato mantienen la atención del lector. Es una historia muy atractiva, en la que el autor disfruta con las aventuras de Acisclo y nos las transporta en términos directos y bien argumentados. Correcto el estilo y el empleo léxico notable. No se si soy objetivo, pero es que disfruto mucho con lo que escribes. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, José. Sólo te digo que espero tus comentarios como agua de mayo. Por supuesto que eres objetivo y tus análisis superan a mis escritos. Un abrazo.
EliminarGracias, José. Sólo te digo que espero tus comentarios como agua de mayo. Por supuesto que eres objetivo y tus análisis superan a mis escritos. Un abrazo.
EliminarJodo... Vaya fotografía que haces de la pandilla. Sería reconfortados verlos en directo.
ResponderEliminarLa foto de don Acisclo es lo más parecido a un piojo resucitado; lo describes con todo detalle. Me ha gustado muchísimo.
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