—No, señor, no. No
le puedo rebajar el precio; está más que ajustado…
Estaban dos
hombres hablando en un habitáculo
acristalado ubicado en el patio de una comunidad de vecinos. Negociaban el
alquiler de un aparcamiento. El que hablaba, cerró un cuaderno con apuntes
relativos a la propiedad y se levantó arrastrando su asiento.
—Bueno, pues
facilíteme usted contacto con el dueño; seguro que con él, llegaré a un acuerdo.
.El interesado era
el titular de un bar en los bajos del edificio.
—Que le digo que
no; para eso estoy yo. Usted me paga a mí y ya puede meter su
coche; y no se
preocupe de más. Yo le reintegraré el dinero al propietario.
— ¿Sabe lo que le
digo? Que buscaré otra plaza; el garaje es grande y hay muchas.
—Si quiere aparcar
en esta casa, las plazas las controlo yo. Puede hacer usted lo que
guste.
Don Rosendo,
recordaba esa conversación de hacía casi dos años con el dueño del bar de copas
demandante del aparcamiento. Le había alquilado, por fin, la plaza, pero luego
no le pagaba. Se dio cuenta, tarde, de que había encontrado el zapato de su
medida.
Los primeros seis
meses, el barman pagó con puntualidad, pero poco a poco comenzó a no pagarle
dándole largas y buenas palabras. –No fastidies, que yo ya le aboné al dueño de
mi bolsillo- Rosendo, había soltado la mosca para que el propietario no se
enterara de sus manejos. El caso es que se había acumulado un monto de más de
un año sin cobrar una perra.
Don Rosendo se decidió; eran
las dos de la madrugada, le tenían que pagar. Iba un poco beodo pero entró en
el local lujosamente ambientado y muy acogedor. Ignorando a dos rozagantes
camareras que se acercaban solícitas y sorteando mesas y clientes, fue directo
al dueño que estaba junto a la caja registradora.
—Vengo a cobrar,
me debes más de un año de alquiler…
El otro ni se
inmutó. Lo había calado bien.
—Bien ¿Has traído
la factura confeccionada con el NIF, el IVA y demás?
Preséntamela y ahora mismo te la abono.
—Yo no tengo nif ni
naf; y en cuanto al "iba", vengo; me tienes que pagar o armo la marimorena…
Don Rosendo iba
alzando la voz para reafirmarse en su demanda.
No pudo argumentar
más. Dos “gorilas” lo sacaron a empujones del establecimiento,
advirtiéndole que la próxima vez que incordiara, le darían de ostias.
El conserje, no
se conformaba con afanar material eléctrico y de limpieza de la comunidad para
luego venderlo. Además estaba acostumbrado a embolsarse porcentajes abusivos en
los alquileres y buenas propinas de los proveedores. Tropezó con hueso.
Le costó asimilar que en la vida se tropieza,
a veces, con dificultades.
Menos mal que el
del bar traspasó el negocio y se fue. Sin pagarle, claro.
Vicente Galdeano Lobera
Como autor, debo advertir que esta plana es fruto de mi imaginación. Cualquier parecido con la realidad es puro azar.
ResponderEliminarHaces bien en advertir que utilizas la imaginación, pues en caso contrario dispararías las nuestras. El argumento es bueno, pues a mi parecer le sacas el jugo con la alternancia de que pillo va ganando. Uno limitado a su pequeño reino y el más avispado picando en muchos lugares. El estilo, propio del autor, nos relaja y nos hace partícipes. Buen uso del idioma.
ResponderEliminarDon Rosendo, además de pillo es muy torpe. No será de extrañar que reincida en su demanda y le llueva un rugiazo de palos. Gracias por tus comentarios y por leerme, José. Un abrazo.
EliminarHola Vicente , el título ya lo dice todo , también se podía decir " el que pisa a un Pisón tiene cien años perdón" . Saludos cordiales , también al señor Domingo .
ResponderEliminarJose Antonio, también es muy sugerente el título que aportas. Lo tendré en cuenta para otro escrito. Muchas gracias por leerme. Saludos.
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