domingo, 29 de noviembre de 2020

Episodio no recomendable

 



Un allegado me explicó un sucedido, donde él estuvo involucrado de lleno. Versaba sobre lo propensas que somos las personas a meter la pata, involuntariamente, pero la metemos.

Me relató más o menos lo que sigue: “Estando en una tertulia literaria, donde voy semanalmente, comentando una obra más personas de lo aconsejable, cada uno argumentaba lo suyo y, a veces, dos o tres a la vez. El que hacía de secretario se pronunció diciendo algo parecido a, “esto no es así, el último mono no puede pretender acallar a los demás; hay gente que aún no ha hablado”. Precisamente lo dijo cuando yo tenía la palabra. Siguió a esto un silencio que casi se oían mis pensamientos.

Bueno, uno no es dueño de su sentir. Se me cayó el cielo encima; tierra trágame, pensé. Un movimiento involuntario como de susto me recorrió desde la nuca a las rodillas. Creo que cambió de color mi rostro; además me sentí de un ridículo atroz. Aguanté la sesión en total silencio y sin escuchar a los otros, atento sólo a mi tormenta interior. Al terminar la sesión, guardando las formas permanecí hasta el final, me levanté corrido y abochornado y emprendí la retirada. No deseo ni a mis enemigos el pasar por semejante trance.

En casa al día siguiente tuve que cambiar de habitación. Mi mujer dijo que hablaba solo y en sueños, y que no la dejaba descansar.

Estuve más de un mes sin acudir a las citas literarias. Me llamaban y yo siempre ponía distintas excusas. Hasta que me tocó presentar una obra según nuestro calendario. Pude comprobar que los demás no le había dado la misma importancia al episodio. Pero uno es como es, y tiene su corazoncito”.


 Vicente Galdeano Lobera.


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