Los saqueadores, desarmados, salieron de estampida siguiendo las
instrucciones recibidas; severamente apaleados, no querían más.
Un par de disparos les hizo parar en seco…
— ¡Alto…! ¡No escapéis sin llevaros ese fardo repugnante de
ahí!
El fardo era Marianín, que yacía inconsciente entre sus propios
excrementos con signos de congelación. Recogieron al compañero que
al despertar comenzó a dar grandes alaridos.
—Tranquilo, Marianín, que nosotros también vamos servidos, dijo
Frutos que le habían volado dos dientes ¡Compañeros! –Continuó-
habrá que llevar al camarada hasta nuestra guarida; nos turnaremos.
Llevaban recorrida media legua cuando, hartos de los lamentos de
Marianín, lo arrojaron por un precipicio. Los manuales de la Causa
no reflejaban que tuvieran que transportar estorbos.
Emboscados
los siete individuos de la Resistencia, vieron salir a la Guardia
Civil de la masía; Tenían campo libre, como pronto, en veinticuatro
horas no regresarían los guardias. Calcularon el suficiente
alejamiento de la Benemérita y abandonaron su escondrijo
dirigiéndose en tropel a la masía. Estaba anocheciendo y corría un
viento helador.
— ¡Adelante, compañeros! -dijo Frutos el mandamás- ¡Por la
Resistencia, por la noble lucha contra regímenes totalitarios! ¡No
nos doblegarán, nuestro tesón hará alcanzar al proletariado cuotas
de libertad jamás soñadas! ¡Si es necesario eliminaremos a quien
discrepe de las ideas del partido!
Estas mesnadas, solían estar compuestas por individuos
asilvestrados, adoctrinados y afiliados a un partido, acostumbrados a
las sacas y dar “paseos” a quien estorbe; además de delatar y
dar falso testimonio para beneficiarse. Iban bien armados con fusiles
y abundante munición y al tener delitos de sangre, temían caer en
manos de la justicia. Si entraban en una casa de labranza, podían
rezar los dueños que sólo les saquearan la despensa y la bodega.
Cometían toda clase de abusos; sobre todo si había mujeres jóvenes.
También tenían muy arraigada la aversión al trabajo.
Dejaron vigilando a Marianín, el más tonto. — ¡Camarada
Marianín! ¡A quien se acerque, le vacías un cargador en las
tripas! Llamaron…
— ¡Abran a la guerrilla de la Resistencia!
— Qué quieren; ya estuvieron la semana pasada… No nos queda
nada.
Los masoveros estaban hartos, entre los guardias y las guerrillas,
les agotaban todos víveres.
— Tienen obligación de abastecer a la Resistencia.
Entraron. Dejaron sus armas en un rincón y se sentaron en la larga
mesa de la estancia con fuego acogedor; Todo ante los atemorizados
moradores; un matrimonio y dos hijas veinteañeras.
Exigieron de malos modos buena cena, y “preparen viandas abundantes
para llevarnos. Rápido, que si me enfado será peor”. Marianín,
asomado por un ventano contemplaba la escena; olvidó su labor de
centinela. Lamentable; sintió un crujido en su espalda al tiempo que
le tapaba la boca Miguelón, el Tenazas. Le apodaban así porque con
sus zarpas había dejado sin resuello a un mulo a punto de relinchar.
Cayó sin sentido. Miguelón y otro compadre, recogieron el arma y
munición del camarada y observando la posición de semejante tropa
desarmada, entraron de sopetón disparando al aire, precisamente
cuando Frutos iba a sentar en sus rodillas a la hija mayor. Este
detalle enfureció sobremanera a Miguelón que andaba enamoriscado de
ella. La Resistencia tuvo que resistir mientras intentaba protegerse,
un aluvión de patadas, trallazos, puñetazos y recias palabras.
Jamás calcularon que iban a probar parte de su propia medicina.
Vicente Galdeano Lobera.
Mesnadas y Masoveros; dos palabras que no había oído nunca y por lo tanto he tenido que recurrir al diccionario. Leyendo se aprenden palabras nuevas y para saber lo que significan, hay que recurrir a sitios donde te dan las oportunas explicaciones..., desde que te sigo aprendo. Gracias Vicente. Hasta tu próximo comentario o historia.
ResponderEliminarGracias a ti por leerme, Armando. Pues sí, leyendo se enriquece el vocabulario de la persona; casi sin darse uno cuenta. Por otra parte, es muy buena costumbre, cuando hay alguna duda, consultar el diccionario. Un abrazo.
Eliminar