¡Hala… por fin se
ha ido! Era lo que deseabas ¿No? Pues ya lo conseguiste; libertad para todo.
Podrás relacionarte sin tapujos con el maromo ese con pinta chulo-putas al que
haces ojitos. Algo te dice que ese fulano, que no te desagrada, tiene malas
pulgas y la mano suelta; cuando pase el cortejo lo comprobarás. No sé, no sé.
Pero, bueno, es lo que se lleva hoy en día: violencia. Y tú eres muy moderna.
Tan moderna que decidiste separarte asesorada por tus amigas, “No tienes porqué
soportar a ningún hombre, tienes derecho a ir cambiando de compañero; además te
pagará pensión para ti y tus hijos. Es legal, cientos de mujeres lo hacen todos
días”.
Todo muy actual,
mujer de rompe y rasga. Ahora podrás floretear a tu antojo siendo los niños
mayores. Mantenida y eligiendo compañía, te sentirás realizada a tope; sin
obligaciones, sólo acicalarte. Todo muy ejemplar.
Otra cosa es que
tus hijos soporten ese cuadro; se irán, o te echarán a ti, Lo ves venir. Tus
amistades lo celebran y te animan, pero algo dentro de ti te quita el sosiego,
te vienen oleadas de melancolía, y un nudo constante en la garganta.
Obras mal y lo
sabes. Mentir a los demás es fácil; mentirte a ti, imposible.
Recuerdas cuando le
comunicaste tu insólita decisión: “Quiero separarme…” él se quedó parado, no se
lo esperaba, estuvo a punto de derrumbarse, le conocías bien; se dio la vuelta
y salió del cuarto para que no le vieras llorar. Te había puesto el desayuno y
ordenado la ropa del tendedor; tenía detalles como estos y otros que sabía de
tu gusto. Nunca se lo agradeciste.
Te extrañó el giro
de actitud de tu marido; después de ausentarse por trabajo una semana, te
facilitó de manera sencilla la cantidad que tendría que pagarte al mes.
—Pero ¿y tú cómo
vivirás?, te queda insuficiente…
—No te preocupes,
en la cabina del camión haré mi vida; necesito poco.
Se comprobó
posteriormente que tu marido no era moderno; eso de pagar a su ex por
divertirse y quedarse con la casa y permanecer él en la penuria no lo
comprendía… no era moderno.
Te llevaste
sorpresa cuando no recibiste lo acordado. Al indagar descubriste que él,
después de “limpiar” la cartilla, se despidió del trabajo y se dio a la buena
vida mientras duró la pasta. Luego, él tiró por la calle de en medio.
Vicente Galdeano Lobera.
Siempre es un rato agradable poder leer tus narraciones cortas. En esta, el argumento es de los que hacen pensar. Bien desarrollado. Me da la sensación de que completas el círculo iniciado con el anterior relato. La estructura sintáctica bien y el léxico llano y comprensible.Vicente, sigues siendo un enamorado de lo que construyes.
ResponderEliminarRealidades que hay que vivirlas desde fuera , lo que tiene que ser crudo y malo es vivirlo en entornos próximos o muy allegados .
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