domingo, 19 de mayo de 2024

Ms. Odalis O´Hara, coleccionista

 

Estaban Ms. Odalis O´Hara y doña Adela platicando de lo divino y de lo humano y salió a colación el asunto del coleccionismo.

—Yo me precio de ser coleccionista que es sinónimo de personas organizadas, cuidadosas y muy sensibles; o sea, como yo. De momento recopilo sellos y posavasos, pero mi afán es reunir “viruta” a mansalva para pegarme la vida padre –razonaba doña Adela.

— ¡Ay! Pues yo no veo prosperidad en un montón de serrín y limaduras; por ningún lado. Ahora, si lo de la vida padre es querer mantener descendencia, allá usted con su manía.

—Ms. Odalis, procure aprender bien el español, que si no, es imposible hablar con usted; no nos entendemos.

Sin dar el brazo a torcer, Ms. Odalis que no dominaba bien el idioma replicó muy airada que ella no perdía el tiempo en vulgaridades como el coleccionismo. Hala.

Cuando Ms. Odalis O´Hara recabó en España, quedó prendada de su clima, sus paisajes, su gastronomía, también de las maneras de los nativos; le gustó todo y decidió como primer paso perfeccionar el idioma. Cuando doña Odalis conoció a Manolo, torero de poca monta pero guapetón y con buena percha, quedó más hechizada aún. Se entendieron y su relación marchaba todo lo marchable que convenía hasta que un incidente la estorbó. Ms. Odalis era deportista, practicaba el golf y planteó muy en serio al Manolo que ella, un par de días a la semana, necesitaba su tiempo para golfear. El galán, al escuchar lo de golfear, comenzó a gritar, amenazar, insultar y si la cosa no llegó a más fue por que Ms. Odalis, viéndolas venir, escapó a tiempo. Ahí terminó todo. Está visto que el lenguaje tiene matices que conviene entender.

El siguiente acompañante de Ms. Odalis fue un negro retinto de buena complexión y cumplida alzada. Sintonizaron bien el Mamadú y la dama, que le agradaba la peculiar forma de hablar de esa raza; en el lecho, él cubría bien el expediente. A Ms. Odalis eso le agradaba más. Pero Mamadú tenía clara aversión al trabajo y pretendía ser mantenido. Neguito no tabajará nunca. Como sus ascendientes fueron esclavizados, neguito tené horror al tabajo. Esa costumbre se le hacía difícil de soportar a la Ms., claro. Para colmo, en una excursión que hicieron la pareja a una gruta de interés geológico, el negro, que como dijimos era retinto y, encima ese día llevaba gafas oscuras, puso en fuga a una pandilla de espeleólogos en prácticas que estaban estudiando la flora y fauna de la cueva. Cuando de las sombras surgió Mamadú, lo confundieron con un espectro y huyeron despavoridos; con los ruidos y la confusión se puso en movimiento una nube de murciélagos que estaban en su hábitat agarrados al techo. Estos bichos añadieron pánico a la fuga.

—Oiga, ¿y el monitor no les aclaró la cosa? –preguntó alguien.

—No, qué va; el monitor era el que más rápido escapaba.

— ¡Ah!

Intervino la Guardia Civil y, una vez aclarado el asunto, solo aconsejaron al negro que a ver si se acostumbra usted, al menos cuando haya penumbra, a circular sin gafas, con los ojos abiertos y sonriendo, hombre, para que se le vea y no espante al personal.

Ms. Odalis, harta ya, decidió pasar página con el negro. Y a otra cosa, mariposa.

Durante el intervalo de soltería, la Ms. se convirtió al catolicismo y acudía a menudo a la iglesia; daba gozo el verla lucir su garbo con mantilla española que tanto le favorecía. Lo cierto es que se hizo adicta de misa y comunión diaria. No se sabe de qué tratarían Ms. Odalis con su confesor, quizá ella sentía curiosidad por averiguar qué escondía la rigurosa sotana de tan santo varón. El resultado fue que mosen Clemente, el párroco, colgó los hábitos y se unió a Ms. Odalis O´Hara. En la pareja contrastaba la belleza de Ms. Odalis con el porte severo del excura, señor cincuentón, algo talludo que al comienzo de la relación se mostraba amable y muy servicial, incluso chistoso. Pero don Clemente, a pesar de las enseñanzas del seminario y de su edad demostró poca sabiduría y poco mundo; apareció el demonio de los celos, sacó su vena de redicho y de muy pelma. Consecuencia: al tiempo la relación acabó como el rosario de la aurora.

Está visto que Ms. Odalis O´Hara no aguanta bien la soledad. Después de una pausa reglamentaria tomó el relevo compañeril un maquinista de la Renfe, y luego –hay quien dice que a la vez– con un revisor también de Renfe. Posteriormente, Ms. Odalis O´Hara reconsideró la hora de reemplazar a los ferroviarios. Y más cuando comprobó que estos sujetos eran unos puteros de marca mayor.

A este paso, el día que Ms. Odalis se de un garbeo por los aeropuertos, seguro que la veremos acompañada con personajes de altos vuelos. Y no digamos nada de como a la dama le de por mariposear por los puertos marítimos o por destacamentos militares. De fijo que alborota el gallinero.

Sabido es que el tiempo pasa para todos, pero Ms. Odalis O´Hara, cercanos sus sesenta años, aún era admirada por su belleza, por su gracia, por su esmero en el vestir, por su gallarda figura, por sus andares airosos…, por su particular manera de expresarse; era, en suma, muy deseada. Decidió parar y buscar una relación estable, a poder ser, de alto nivel; que ya está bien.

Ms. Odalis no tardó en encontrar al de alto nivel. Don Ezequiel Vellosillo, militar retirado, tenía la cara tan arrugada que parecía que nunca había sonreído; era frío, de pocas palabras, de estatura normal y no muy gordo; pero tenía cierto atractivo que encandiló a Ms. Odalis O´Hara: estaba forrado, sencillamente. Ms. Odalis inició el protocolo de acercamiento, pero notó que el militar se hacía el sueco –don Ezequiel lo que temía es que la risa de semejante señora, que le atraía sobremanera, le volviera tonto–. Ella decidió atajar y lanzó los venados detrás de los perros: se le declaró. Don Ezequiel, nunca llegaba a exteriorizar sus sentimientos con palabras, pero sus ojos, uno con síndrome de párpado caído, hablaron por él. Y los ojos nunca mienten.

Ya en su país, Ms. Odalis O´Hara dejó en la estacada, por circunstancias que no vienen a cuento, a dos maridos. Eso, que se sepa. Si se añaden los encuentros y relaciones de aquí en España, con la experiencia adquirida, tendría buenos ingresos como asesora matrimonial.



Vicente Galdeano Lobera

19/05/2024

2 comentarios:

  1. Muy en tu línea, Vicente. Con tus relatos compruebo lo poco que observo, al parecer, la gente que me rodea ó lo que cambia la visión una perspectiva diferente. Yo, casi no aprecio tus personajes en mi vida real, viendo, por el contrario, gente honesta, trabajadora, solidaria, con ganas de hacer cosas... Está claro que, como en el diamante, que tiene mil caras ¿Cuál es la verdadera? TODAS.

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    1. Por mi oficio de conductor de camiones he conocido muchísimas gentes, incluso personas muy buenas, la mayoría. Pero resulta que en la vida real, los personajes que retrato en mis escritos haberlos haylos. Y, además, literariamente dan más juego.
      Muchas gracias por tu comentario y por leerme, Jose Mari.
      Un abrazo.

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