Escuché un ruido y
me escondí en el armario; por si acaso. Hice bien, al momento escuché la voz
del nuevo alcalde acompañado del propietario del almacén, un rico constructor
local. “¡Qué manejos tramarán éstos! Seguro que nada bueno”, pensé.
Como antiguo
empleado, tenía llave y entré a tomar “prestada”
alguna herramienta. Me vino justo para esconderme. Creyendo que estaban solos,
hablaron coloquialmente.
—Lo dicho, el diez
por ciento para mí, Haremos el paripé de concurso a sobre cerrado, pero ya
sabes que tienes la concesión de todas obras; para toda legislatura.
Perplejo, al
constructor le parecía excesivo el porcentaje. Le hizo saber al edil que su
antecesor se conformaba con el tres por ciento.
—Es que todo sube;
ten en cuenta que la reposición de contenedores de basura y reciclaje la harás
tú también…
—Pero si los
pusimos nuevos el pasado año…, razonó el albañil.
—Tranquilo. Pueden
sufrir incendio, que está muy de moda. Y el Carrascal, cuando vengan los calores, es probable que alguna
tormenta lo queme también. La madera la explotarás tú. Y quizá sufra
recalificación; supongo que no te agradará ver construir a otros. Esto es lo
que hay –continuó-
Si no te interesa, hay otros deseando…
El alcalde empleaba
argumentos muy difíciles de rebatir. Los dos hombres perfilaron flecos y el
asunto quedó zanjado. Se fueron.
¡Uf…! Respiré. Por
poco me da algo. Al principio no me apercibí, pero al aclimatarse mi visión a
la penumbra del armario empotrado, vi una rata muerta. No me senté encima de
milagro. Salí pitando; sin afanar nada.
Recordé parte del
discurso de investidura del mandatario días atrás:
¡Compañeros y compañeras! Gracias por
elegirme; habéis procurado una bocanada de aire nuevo a la población, cabecera de
una fértil comarca que va a ser gobernada en nombre del pueblo, y el pueblo
soberano nunca se equivoca. El equipo del ayuntamiento con su alcalde a la
cabeza, seremos íntegros. En nuestro vocabulario eliminaremos la palabra robo;
con buena intención podremos meter la pata; pero nunca la mano. ¡La comarca en
poco tiempo no la conocerá ni la madre que la parió! ¡Ya está bien de chupar
siempre los mismos! ¡Ahora nos toca a nosotros, al pueblo! ¡Viva la libertad!
—No eres el más
indicado para denunciar –me explicaron-, estabas fuera de juego y el juez no lo
admitirá a trámite.
Vicente Galdeano Lobera.